jueves, 23 de julio de 2020

Nueva visión sobre la Evaluación Educativa.




            A lo largo de los años que llevo como docente de secundaria, el proceso de evaluación de los estudiantes es una de las actividades que más tiempo, trabajo y esfuerzo le demandan a uno como profesor y ciertamente como se menciona en la lectura del recuadro de la plataforma, se llega a sentir el agobio y el exceso de trabajo no solo a fin de ciclo escolar, sino al final de cada periodo lectivo, llámense bimestre como era antes o trimestre como lo es ahora.
            En mis inicios como docente alcancé a trabajar varios años con el llamado Plan 93 en el que según recuerdo se privilegiaba el aprendizaje de los contenidos y se evaluaba el logro de los objetivos y propósitos, ahora el enfoque ha cambiado y lo que se debe de evaluar son los aprendizajes esperados. Desde entonces que me dí cuenta que al igual que yo cada uno de mis compañeros docentes tenía su propio estilo de “evaluar”, fijaba sus propios criterios y establecía sus instrumentos, tiempos (diagnóstica, formativa y sumativa) y evidencias de aprendizaje.  Como docentes nos hemos enfocado en emitir un juicio de valor que plasmamos en una boleta de calificaciones a través de un número porque es lo que la Secretaria, los padres de familia y los mismos alumnos piden como resultado de su “evaluación”.
            En lo personal, desde que comencé a dar clases he procurado evaluar o tal vez calificar a mis estudiantes de la forma más objetiva posible. Sin embargo, creo que me he quedado corto con la utilización de técnicas e instrumentos; por lo general para emitir una calificación numérica del periodo lectivo, sólo tomo en cuenta los trabajos que tengan elaborados en sus cuadernos, el compendio de reportes por escrito de las prácticas de laboratorio que hacemos en el periodo lectivo y la calificación del examen realizado al final del periodo participación de los alumnos en actividades extra clase como actos cívicos, desfiles, etcétera. En no pocas ocasiones me apoyo en mi apreciación personal del desempeño que tengo de mis estudiantes para complementar su evaluación. Pocas veces hago retroalimentación de manera personalizada, casi siempre es de manera grupal para ahorrar tiempo.
            En lo referente a la lectura del artículo titulado “Dime cómo evalúas y te diré qué tipo de profesional y de persona eres”, estoy de acuerdo con el autor en la primera parte que se refiere a que la forma de evaluar determina en parte el tipo de profesional de la educación que es cada quien, porque la acción de evaluar refleja nuestras ideas y concepciones psicológicas, políticas y morales que se ven reflejadas en la idea que tenemos del proceso de enseñanza – aprendizaje;  pero, que la forma de evaluar determine el tipo de persona que se es, se me hace una completa exageración, creo que existen muchos otros atributos personales que van a determinar con más peso y más precisión como es cierta persona y como se habrá de comportar en su sociedad; pero esa es harina de otro costal.
            Me pareció interesante la manera de como el autor relaciona la evaluación con el concepto del conocimiento académico, establece que tiene dos tipos de valor, por un lado tiene un valor de uso que es el que se refiere a su utilidad, relevancia, significación y motivación, y por otro un valor de cambio, es decir, que se puede cambiar por un valor, número o nota. Para evaluar el aprendizaje del conocimiento académico creo que por tradición y por desgracia le hemos dado más importancia (todos, desde la misma Secretaria, docentes, alumnos y padres de familia) a su valor de cambio, olvidado su valor de uso, enfocamos la evaluación en obtener ese número o nota que nos indique el grado de avance en la obtención de ese conocimiento y rara vez nos ocupamos de hacer una retroalimentación adecuada para realmente poner en práctica aquel principio pedagógico que dice Evaluar para Aprender.
            Para romper esa inercia negativa en la forma de como evaluamos los aprendizajes, elaboré una lista de acciones que yo considero necesarias para la mejora:
·         Primeramente es necesario tomar conciencia de que estamos cometiendo crasos errores a la hora de evaluar los aprendizajes, ese será el punto de partida de la mejora.
·         Como profesionales de la educación, contar con un sólido compendio teórico de estrategias, técnicas e instrumentos de evaluación de acuerdo a los planes y programas de estudios, entiéndase evaluación de las competencias.
·         Comprometernos a la transformación y crear las condiciones que nos permitan llevar a la práctica lo aprendido.
·         Comprender que la evaluación nos permite tomar decisiones más acertadas y con mayor facilidad
·         Ver a la evaluación no sólo como una herramienta de mejora de los aprendizajes de los estudiantes, sino como una manera de mejorar la práctica docente.

Nueva visión sobre la Evaluación Educativa.

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